Los brasileños invaden de alegría la ciudad de Kazán

Una mañana extraña de coincidencias o casualidades de la vida.

Kazán será un lugar donde no podré utilizar el metro local debido a la ubicación del hotel donde me hospedo Pasan autobuses, pero en todo caso los taxis vienen a resolver la situación de traslado.

Salí temprano para ver qué podía observar en esta tierra que ocupa el tercer lugar en la economía de Rusia. Le pregunto a la recepcionista del hotel, si me hace el favor de pedir un taxi para el Kremlin de Kazán. Aún la recepcionista conversaba con un chino.

Pero los gestos que me hizo indicaron que me esperara un momento, que iba a consultar algo. Se movió un poco y se dirigió a conversar con las dos personas. Luego me da indicaciones que me fuera con ellos que íbamos casi al mismo lugar.

Extraña con la situación les pregunté si no había problemas e indicaron que no.

Nos subimos al taxi, sin conocernos y sin saber nuestros nombres emprendemos camino con destino al hotel Mirage y al Kremlin.

En el camino hubo tiempo para las presentaciones, Enrique era el señor que rondaba los 60 años y Lucas el Chino. Ellos no andaban en misión mundial, sino en negocios fugaces, porque ese mismo día salían a Viena, Austria.

Decidí bajarme hasta el hotel donde ellos iban. Pero cuando nos acercamos un poco  más al hotel había un buen grupo de aficionados cantando, con el ritmo del sabor en todo su ser. Justo a ese hotel que llegué por casualidad se encontraba concentrada la selección de Brasil, que estaba descansando luego de su viaje desde Sochi.

Los bombos, los instrumentos que utilizaban los hinchas se escuchaban fuertes, pero también los cánticos  con la voz muy alta. Querían hacerse sentir y que sus cánticos se filtraran entre las paredes y llegara a oído de los jugadores.

Luego de unos 10 minutos bajo el sol y el calor, la actividad fue perdiendo fuerza y comenzaron a retirarse los aficionados. Una señora se acercó y me preguntó si hablaba inglés y respondí que no. Pero luego preguntó que de dónde era: de El Salvador respondí.

Le brillaron los ojos y me dijo -yo también- Lucía de García andaba con su esposo Luis. Son salvadoreños pero tienen más de 18 años de vivir en Canadá. Nos sorprendimos mucho. Habían aficionados brasileños con las camisas verdeamarelas que les pudo preguntar. Ella necesitaba saber a qué horas iban a bajar los jugadores. Pero justo tres salvadoreños habíamos coincidido en el mismo sitio.

Decidimos esperar varias horas para ver solo el momento cuando los jugadores salen y se suben al bus. Si, fueron varias horas para unos dos minutos que les tomó subirse al autobús para ir a la última práctica al estadio Kazán Arena antes del partido contra Bélgica.

Esas horas se sintieron muy largas para los dos minutos donde solo se les observó  a los jugadores un rostro como que recién habían dejado la siesta o demasiada concentración para el juego decisivo de éste viernes.

Debe ser la concentración por que los aficionados se visualizan campeones, quieren la sexta copa. Brasil y Uruguay son los únicos países que representan a Latinoamérica, por eso, Helen, Luisa y Carolina piden el apoyo de El Salvador para la selección brasileña.

Publicado por

Violeta Yazmín Martínez

Soy Violeta Martínez, fotoperiodista de Grupo LPG. Desde el 11 de junio estaré en Rusia para transmitir a los salvadoreños las mejores imágenes del Mundial y mostrar las curiosidades del viejo continente.

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