Los ojos de Salah

Exterior del hermoso estadio de San Petersburgo; para mí, se llama La Nave.

El estadio de San Petersburgo, con un estilo arquitectónico particular que lo hace parecerse mucho a una nave espacial, es un estadio nuevecito nuevecito construido expresamente para esta máxima fiesta.

Se encuentra justo en el centro entre el río Neva y un parque de atracciones al que se denomina la Isla Krestovsky.

Llegar a este escenario no es nada fácil si lo hacés del lado del parque de atracciones, es un recorrido de al menos seis kilómetros. Sin embargo, la oportunidad de caminar entre una senda rodeada por árboles, básicamente coníferas, y disfrutar de un clima así de fresco, fácilmente los 15 grados, fue una terapia para todos los que nos dimos cita al estadio.

Y aunque el otro acceso al escenario por la estación de metro Novokrestovskaya, que es la más próxima, parece más fácil y más cómodo, la mayoría del público extranjero, asiático sobre todo, eligió la vuelta larga.

Grupo LPG también se tomó esta caminata previo al partido Rusia contra Egipto, el primero que veremos a ras de grama en esta ciudad hermosa y cosmopolita.

Llovió fuertemente por la noche y eso le dio un tono gris e invernal al amanecer, pero conforme el día fue avanzando, la humedad cedió un poco, aunque hay un olor en el aire que juraría es a hielo, a escarcha. Púchica, es lo que pasa cuando metés a uno de nosotras, hijas del Trópico, en estos lugares.

Bello detalle en una gigantesca maceta.

En otras palabras, el clima no fue feo pero sí algo incómodo si no cuentas con la ropa idónea. Para mi favor, el estadio tiene una cubierta retráctil, una cosa espectacular, y su campo es antideslizante, de ahí que el recinto puede albergar todo tipo de certámenes y actos a lo largo del año: incluso en invierno, la temperatura en su interior se mantiene siempre a 15 grados, me cuentan. Ni me quiero imaginar el frío que debe hacer por acá en esa época del año, ¿cómo hacen los latinos para soportar ese frío? ¿A puro vodka?

Claro, el fútbol calienta todo, la pasión de los aficionados aumenta centígrados conforme el torneo avanza y la sensación de que cualquiera le puede ganar cualquiera cuece.

Y así, desde la noche del lunes Egipto comenzó a calentar el partido y darle un tono más simpático a San Petersburgo.

Aficionado egipcio posa para nuestro lente. Ahmed o algo así, igual me habría quedado si me lo hubiera escrito.

Muchos aficionados animaban las calles con sus cánticos para Mohamed Salah, y esa fue la tónica de toda la noche del lunes.  Al oírlos, suenan como un coro onomatopéyico, algo así como un zumbido que al poco rato interpretas como “MoooooSalah”, como si fueran unas chicharras chifladas que hablan en lenguas; luego me pierdo en lo que dicen pero la reverencia con que lo hacen te enchina la piel… Bueno, eso y el frío.

La selección rusa también cuenta con su fanaticada, seguidores no solo del país que representan, sino una afinidad que abarca varias fronteras como el caso de una familia de Mongolia que junto a sus dos hijos que apoyan a Rusia por considerarlo “un vecino amistoso”, o al menos eso es lo que entiendo en su incomprensible inglés.

Familia que vino desde Mongolia para apoyar a la selección de la vecina Rusia.
CERCA DEL FARAÓN

Estoy ubicada cerca, muy cerca del tiro de esquina, tanto que puedo ver a los jugadores a apenas unos 5 metros, y ni se diga cuando cobran un córner.

La perspectiva desde acá es de lo más emocionante porque no sólo estás a un palmo de metros de los protagonistas sino que, comparada con toneladas de juegos de la liga mayor que me ha tocado cubrir, la velocidad a la que se juega es pasmosa, una cosa que no te cabe en la cabeza.

Eso… y Mo Salah.

Todos los fotoperiodistas estábamos allí para captar la mejor instantánea de Salah, salvo algunos rusos que cada vez que se aproximaba y no soplaba la flauta, se congratulaban de modo poco diplomático.

Adentro sentías un frío hasta los tuétanos, con muchas ráfagas de viento… la temperatura de trabajo al ras del engramillado quizás rondó los 11 grados a nivel de sensación térmica. Pero la noche pintaba caliente para los rusos, que pronto vieron cómo la inercia del encuentro fue completamente favorable.

Me descorazonó un poco verlo tan triste a Salah, me quedó la impresión de
un verdadero patriota, de un hombre muy respetuoso del dolor
de sus paisanos en las gradas, y un profesional y un caballero con sus

Ojos de faraón herido. 

contricantes y cuerpo arbitral. Me atrevo a decir que los suyos fueron por unos largos minutos y hasta que
se retiró del terreno, despidiéndose honroso de sus fans, los ojos más triste del Mundial.

Publicado por

Violeta Yazmín Martínez

Soy Violeta Martínez, fotoperiodista de Grupo LPG. Desde el 11 de junio estaré en Rusia para transmitir a los salvadoreños las mejores imágenes del Mundial y mostrar las curiosidades del viejo continente.

Un comentario sobre “Los ojos de Salah”

  1. Buena narración de lo sucedido en el partido…. Fue duro para los egipcios pero los rusos fueron constantes….. Quedando bien con sus compatriotas.

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