3, 2, 1… ¡Rusia!

Unos hinchas brasileños montaron esta venta callejera de artículos de la verdiamarilla.

La inventiva de la gente no tiene límites. Unos brasileños se trajeron un verdadero minimercado que incluye banderas, gorros verdiamarillos, camisetas y otros souvenirs de la pentacampeona del mundo, y se apuestan en las banquetas de la calle Nikolskaya, para venderlas por unos cuantos rublos. Son tan geniales que incluso han escrito en ruso los precios e indicaciones. Para que veamos que la cachada es permitida en todas las culturas.

Esto se descontroló, esto ya sabe a Babel. Aunque seguramente los que construyeron la torre del Génesis no se lo pasaron tan bien… no tenían al fútbol.

La gente se reconoce las nacionalidades, y con ella los pecados e historias, al ver las banderas y las camisetas que portan los extraños de enfrente. Y de la nada emergen ticos, unos que presumimos son africanos aunque los del Norte de África pasan fácilmente por árabes, europeos de todos los colores… Los ves ataviados con los adornos más exóticos: un sombrero bombacho que parece una construcción bizantina, un penacho alusivo a un tigre que le apreciamos a un fan colombiano sensacional, vikingos argentinos, mexicanos disfrazados como rusos y rusos disfrazados de charros mexicanos…

No es lo mismo un turista que un aficionado haciendo turismo; el segundo es desinhibido por completo, y su desenfado es contagioso.
Yo misma, que estoy en misión profesional, de repente respiro un aire distinto, eres parte de algo más grande, de un paréntesis en el mundo en que no sólo se celebra al fútbol sino a la capacidad de la gente de reconocerse como una sola familia.

Es lo que percibo cada vez que digo -con un progreso en mi pronunciación, espero- “bolshói spasibo”… muchas gracias, pues. Y me toca decirlo seguido porque cada vez que me desubico siguiendo el mapa, el moscovita me redirige amable.

Aficionados se paran en una banqueta para expresar su pasión mientras un agente de la Policía rusa les pide que se comporten.

DESCUBRIMIENTOS
Fue un día de descubrimientos personales.
Primero, descubrí que me gusta la comida rusa. Es que al fin probé la sopa borsht. Por 315 rublos, unos cinco dólares, disfruté de un sabroso menjurje que preferí comerme caliente, aunque dicen que fría sabe igual de buena. Tenía rajitas de remolacha, carne y unos cuantos frijoles, pero no como los nuestros, un frijol igual de sabroso. Le agregas crema y un aderezo con cierto dejo a ajo y les juro que levanta a cualquier muerto. Deliciosa, energizante.

 

Segundo, descubrí los buses. Hasta ahora me había movilizado en el subterráneo pero hoy apelé a la versión rusa de nuestro SITRAMS. Claro, muy ordenado,

Sopa de pollo con albóndigas y una sopita Borscht, todo por unos $5 dólares.

carril especial que nadie invade, limpieza espectacular.

Y tercero, después de mucho ver a los rusos, realicé que son gente especial, disciplinada, ordenada, y que en su ADN tienen eso de respetar el sistema que sea. Anoche, a eso de las 10:30 p.m., vi a una multitud saliendo del teatro, y pese a la hora, a las circunstancias excepcionales y a que estaban en modo “cool”, mantenían el orden, como si hubiera un director invisible que los condujera por calles y aceras.

Eso fue lo más célebre de un día en el que la sensación más fuerte es de inminencia. Preparativos por acá y por allá, personal de limpieza metiéndole duro a todo, andamios, grúas, policías. La seguridad se ha extremado a tal grado que hoy, al entrar el estadio Luzhniki, me tocó encender la computadora, es decir que ya no basta con los puntos tradicionales de control.
Y así, entre el furor de los hinchas y la concentración de los organizadores, la vigilia del Mundial se terminó. La próxima vez que les escriba, Rusia 2018 habrá llegado a nuestros corazones.
Aficionados rusos compraban entradas ayer; uno de los grandes temores de la FIFA es al mercado negro.

Publicado por

Violeta Yazmín Martínez

Soy Violeta Martínez, fotoperiodista de Grupo LPG. Desde el 11 de junio estaré en Rusia para transmitir a los salvadoreños las mejores imágenes del Mundial y mostrar las curiosidades del viejo continente.

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